El campo y el trabajo Henrique tiene muchos amigos. Desde que empezó a estudiar en la Universidad, se lleva muy bien con Carlos, un compañero de la parte de Ourense,hijo de campesinos. Al fin del curso, Carlos se va para la aldea. El es una ayuda esencial en la casa, en este tiempo en el que tantas labores hay que hacer. El padre y el hermano más jóven no son capaces para atender a todo.
En junio, al llegar, tiene el padre as guadañas cabruñadas y se van los tres hombres al prado de la Perulleira segar la hierba. En el prado de la Veiga meten la segadora, pero este, como es tan empinado, tienen que segarlo a mano. Carlos ya va lleno de predicarle al padre que las tierras donde no entran las máquinas es mejor dejarlas a yermo. El padre no se convence. Siempre dice que por más hierba no ha de ser más mal año.
Sobre las doce, guadañado ya el prado todo, que no es grande, cogen cada uno su horquilla y extienden bien la hierba para que le entre el sol. Al otro día la revuelven y al tercero la juntan toda. Este año sacaron cinco carros, fue mucha a sequía; pero yo me acuerdo hasta siete o ocho cuando se le cuidaba iben el riego. Al caer la tarde, uncieron las vacas y las pusieron delante del carro. Carlos conducía una pareja, aunque casi no podía con la aguijada, tantas eran as maniotas que tenía. Dice verdad el refrán: "Quien non está acostumbrado a bragas la costura le hace llagas".
Pocos días después empieza a seiga. Ahora no pone miedo porque se sementa poco, pero antes, que se cavaban rozas en el monte de hasta treinta o cuarenta ferrados, la cosa no era deseable. En la tierra de Carlos que es ribereña rápido vienen a maduro el trigo y el centeno. En la feria del san Pedro se compran las hoces pequeñas, porque apenas empezar julio se siegan las primeras pajas. El hermano de Carlos dice que a el esto no le va,, que ya está harto de segar la hierba con la hoz, retorcer vencejos, atar manojos yforamr hacinas con las haces , y encima tener que majar, que es lo que más rabia le da. "Si no compran un tractor -dice- me vou para Alemania". El padre y la madre de Carlos, mientres no ven el grano en los depósitos, no duermen tranquilos. Dicen que no se está libre nunca de una granizada que desgrane las espigas en los terrenos cultivados.
Después de la maja, Carlos ya no coge otra herramienta en la mano. Como le quedó la Patología, se dedica al estudio, que ya falta poco para los exámenes. Mientras tanto, el padre y el hermano sacan el estiércol para sementar los nabos, aprovechando que vino una tormenta y ya tiene humedad la tierra. Estercolan fuerte para que echen cabeza los tubérculos y echen buena hoja del nabo.. Es de ley el refrán del abuelo de Carlos: "en el estercolar y en el escardarno debes reparar, si quieres cosechar". En enero comienzan a encañar y echar grelos. Al entrar la primavera, florecen. Cada pie de plant da al menos cien florecitas amarillas.
Para acabar de hacer el verano todavía hay que coger las patatas. Este año las hay en abundancia. Agradeceron la escardadura que les dieron en la primavera.
-¡Quien verá a mis cochinitos y becerros!- decía la madre de Carlos cuando veía los depósitos tan llenos-.
Pues veremos donde guardamos el maíz- decía el padre, que ya lo están comiendo las urracas en el campo, y yo sin probar la borona y als papas no quiero pasar.
El día doce de octubre, Carlos tuvo que marchar de nuevo para Santiago. Iba pensando en lo contentos que quedaban los suyos con tanta hartura. Cuando el coche subía y bajaba las cuestas en la ribera del Miño, miraba para los viñedos y para lo colmados que estaban las cepas con loss racimos de uvas maduros. Entonces se acordó del cantar que había aprendido de pequeño e cantarreaba por lo bajo:
-Vendimad, vendimiadores
en la vendimia de mi padre;
el vino va en la calabaza
y el pan en la cesta va.
Juan A. Thomas, Ph.D.
Juan A. Thomas, Ph.D.
Associate Professor of Spanish, Chairman of the Foreign Language Department
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