Los juegos Los domingos tienen un carácter deportivo en la familia de Souto, aunque los gustos no coinciden. A tío Pepe le gusta jugar a las cartas o al dominó. A media tarde se va para la taberna. Si son dos juegan a la escoba, si tres al subastado; si son cuatro al tute o a la brisca. La brisca o el tute, a cuatro o mano a mano son los más apasionantes.
A Antón no le gusta mucho jugar con Rosario al parchís o a las damas y alguna vez al chinchón. Están acostumbrados a cruzar apuestas y gana casi siempre la mujer. Él, para reponerse trata de jugar al ajedrez, pero Rosario, sólo le da revancha en uno de aquellos juegos y vuelve a ganar.
Como se ve, el deporte en el estrato superior de la familia, es más bien sedentario.
A Henrique, se le va la vida por todo lo que sea fútbol. Juega en todos los puestos menos de portero, aunque prefiere jugar en media o bajar a la defensa. Como delantero también le da, pues dribla bien. Practica además el baloncesto y es del equipo de la Facultad.
Carme, en cambio, prefiere el balonmano y la gimnasia. Ultimamente, cuando está en Coruña, aprende a jugar al tenis. Es como unha ardilla y tienen unos reflejos de esgrimadora.
Pero el más activo es Lelo. EL juega a todo lo que sea: a policías y ladrones, a las carreras, al escondite, a la billarda, a las bolas y como no? al fútbol. Cuando viene para casa llega todo sudado y a veces lleno de golpes, pero dispuesto a volver a empezar cuando sea. Las lesiones más importantes las recibió cuando empezó a andar en la bicicleta. O el día en que en el monte trataron de amansar entre tres una bestia brava. Los tres consiguieron a echarle un cordel, los tres consiguiron arrimarla al muro, los tres montaron... y a los tres los sacaron del primer tojal que encontró el animal.